Notas desde la pecera

Para mis compatriotas

9 de julio de 2025

Quiero dedicar una de mis primeras publicaciones a los búlgaros emigrantes, especialmente a quienes viven en España, ya que hemos compartido una experiencia similar, salvando las diferencias individuales. Desde que Europa nos abrió sus fronteras, Bulgaria ha ido achicándose más y más, y ahora nos preocupa quién quedará. Algunos regresan —como mi familia— sin saber si pertenecen a un país o al otro, porque España nunca fue fácil. La vida del emigrante nunca lo es, y eso difícilmente puede ser comprendido del todo por quienes no han emigrado, más allá de las barreras lingüísticas y la falta de familia. Tal vez alguien me dirá que su experiencia fue distinta, pero en la mía —y la de mi familia— siempre resonó una frase: “los búlgaros no se apoyan mucho entre sí”. Y eso agrava la situación, porque el trocito de vida que conocías también se cae. A todos esos búlgaros me gustaría llegar algún día —si el algoritmo me lo permite—, para comunicar, para darles voz si me lo permiten, y para devolverles, aunque sea un poco, la ilusión. El pueblo búlgaro ha luchado muchas guerras. Siempre fue un pueblo combativo, y de ahí nacieron grandes escritores: Vasil Levski, Hristo Botev, Ivan Vazov… Pero hoy reina el silencio. Las artes y la creatividad en Bulgaria se encogen, como su población. Pero no tiene por qué ser así. No he estudiado Historia del Arte, ni soy filósofo, pero he dedicado muchas horas a leer, a pasear pensando en cómo ofrecer un buen libro. Por eso os pido que me ayudéis a que Bulgaria tenga un nuevo escritor, aunque sea amateur, para avivar el fuego de las generaciones venideras. Para que vean que hay futuro y esperanza, incluso cuando detrás de nosotros domine la oscuridad.